viernes, 29 de julio de 2016

¿Por qué ir a clases de Gimnasia Rítmica?

Mónica Fornié, entrenadora nacional de gimnasia rítmica, explica a padres los beneficios, tanto físicos como psicológicos de la gimnasia rítmica en las niñas. Desde hace 25 años trabaja con niñas de entre 3 y 16 años.
Con la gimnasia rítmica de base se desarrolla una movilidad articular que siempre es beneficiosa, porque le produce muchísima movilidad y flexibilidad, que en un futuro le va a resultar muy positiva”, aclara Mónica. En los colegios se trabaja mucho la coordinación ya que se manejan aparatos como aros, cintas, cuerdas, o mazas. Algo que favorece la coordinación oculomotriz ya que lanzan y recogen y tienen que hacer una serie de movimientos mientras el aparato está en el aire, trabajar a una velocidad determinada controlando la trayectoria del aparato.

Beneficios
- Trabajo de colocación corporal postural, lo que quiere decir que una anomalía pélvica o de cadera se puede corregir. “La gimnasia puede corregir el problema de pies para dentro al trabajar pies, rodilla y pelvis”. 

-Estira los músculos, favoreciendo el crecimiento.
-Psicológicamente, mejora la autoestima porque las niñas aprenden a bailar y a controlar su cuerpo, a hacer muchos movimientos que le dan mucha seguridad. 

Cuándo empezar
“Hasta los seis años recomiendo algo que se acerque más a la danza, que no tenga normas, que no sea estricto ni repetitivo, porque si no, lo dejan y se cansan, pero que les ayude al control de su cuerpo, trabajar ritmo, coordinación y colocación postural”. Entre 6 y 7 años, si se motiva y tiene estímulo externo para conocerlo.
¿Por qué se abandonan las clases de gimnasia rítmica? (Fuente Club Gimnasia Rítmica Villena)
A menudo los padres se preocupan porque a sus hij@s les gusta mucho la gimnasia, pero éstos no sienten deseos de asistir a las clases, lo cual es interpretado como una incoherencia.
La realidad es contundente y la gran culpa de este suceso está originada en la ausencia de perseverancia, voluntad y compromiso del alumno, o un carácter personal o cualidades psicofísicas que no se ajustan al perfil de un deportista de rítmica. La acción de poner una música en casa y bailar libremente no implica que ese niñ@ tenga aptitudes para una clase de gimnasia, ni siquiera que le guste la rítmica.

En un mundo donde la búsqueda de placer fácil y a corto plazo es lo que se impone, está claro que la gimnasia rítmica no se ajusta a ese modo de entender la vida. Hay padres que lamentablemente no saben inculcar hábitos de responsabilidad y disciplina, y si un día el niñ@ tiene una fiesta de cumpleaños o simplemente no tiene ganas de ir a clase, sus padres lo asienten y lo aceptan.
Y eso perjudica la visión del niñ@ sobre la importancia de encarar las actividades que eligen con responsabilidad y seriedad, dando origen a lo que más adelante – y en el peor de los casos – será derivado en bajas laborales de dudosa justificación, llegar tarde a sus obligaciones y no cumplir satisfactoriamente con lo que se le exige. Hábitos que en nuestro país están a la orden del día.

Ser gimnasta no es solo un físico, sino que ser gimnasta es una forma de ver, actuar y afrontar la vida.

Y la mayor ilusión en la vida de un entrenador es llegar a encontrar y formar a ese alumno total al que buscamos incansablemente, a aquel que viene a clase todos los días y que sabe desafiar sus flaquezas, que nos obliga a superarnos como técnicos, y que pone todas sus fuerzas en afrontar con pasión y entusiasmo el reto de aprender a bailar.


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